A LA TRISTEZA
In: "Plenos Poderes" de Pablo Neruda
Tristeza, necesito tu ala negra,
tanto sol, tanta miel en el topacio,
cada rayo sonríe
en la pradera
y todo es luz redonda en torno mío
todo es abeja eléctrica en la altura.
Por eso,
tu ala negra
dame,
hermana tristeza:
necesito que alguna vez se apague
el zafiro y que caiga
la oblicua enredadera de la lluvia
el llanto de la tierra:
quiero
aquel madero roto en el estuario,
la vasta casa a oscuras
y mi madre
buscando
parafina
y llenando la lámpara
hasta no dar la luz sino un suspiro
La noche no nacía.
El día resbalaba
hacia su cementerio provinciano
y entre el pan y la sombra
me recuerdo
a mí mismo
en la ventana
mirando lo que no era
lo que no sucedía
y un ala negra de agua que llegaba
sobre aquel corazón que allí tal vez
olvidé para siempre en la ventana.
Ahora echo de menos
la luz negra.
Dame tu lenta sangre,
lluvia
fría,
dame tu vuelo atónito!
A mi pecho
devuélvele la llave
de la puerta cerrada
destruida,
Por un minuto, por
una corta vida
quítame luz y déjame
sentirme
perdido y miserable
temblando entre los hilos
del crepúsculo,
recibiendo en el alma
las manos
temblorosas
de
la
lluvia.
In: "Plenos Poderes" de Pablo Neruda
Tristeza, necesito tu ala negra,
tanto sol, tanta miel en el topacio,
cada rayo sonríe
en la pradera
y todo es luz redonda en torno mío
todo es abeja eléctrica en la altura.
Por eso,
tu ala negra
dame,
hermana tristeza:
necesito que alguna vez se apague
el zafiro y que caiga
la oblicua enredadera de la lluvia
el llanto de la tierra:
quiero
aquel madero roto en el estuario,
la vasta casa a oscuras
y mi madre
buscando
parafina
y llenando la lámpara
hasta no dar la luz sino un suspiro
La noche no nacía.
El día resbalaba
hacia su cementerio provinciano
y entre el pan y la sombra
me recuerdo
a mí mismo
en la ventana
mirando lo que no era
lo que no sucedía
y un ala negra de agua que llegaba
sobre aquel corazón que allí tal vez
olvidé para siempre en la ventana.
Ahora echo de menos
la luz negra.
Dame tu lenta sangre,
lluvia
fría,
dame tu vuelo atónito!
A mi pecho
devuélvele la llave
de la puerta cerrada
destruida,
Por un minuto, por
una corta vida
quítame luz y déjame
sentirme
perdido y miserable
temblando entre los hilos
del crepúsculo,
recibiendo en el alma
las manos
temblorosas
de
la
lluvia.